La riqueza de Cataluña no es de los catalanes, es de todos. Esta frase la ha pronunciado el presidente de una de las comunidades autónomas más beneficiadas por el sistema de inversiones del Estado, quizás la que más.
No hay punto de comparación entre las inversiones que el Estado español ha realizado en la Mancha con las que ha hecho, por ejemplo, en Cataluña.
Todos los expertos en economía se extrañaban de cómo era posible ubicar una refinería, una macro refinería, en una zona donde no hay petróleo. La refinería de Puertollano, en medio de la Mancha. Conocida primero como Empresa Nacional Calvo Sotelo, más tarde como Enpetrol y más tarde Repsol. Una inmensa y costosa instalación para refinar crudo y sus derivados en la que sólo faltaba petróleo. Pero lo hicieron llegar después de una inversión gigantesca y una obra faraónica. Construyeron dos oleoductos de medio metro de diámetro; uno de 267 kilómetros de longitud, que unía Málaga con Puertollano y otro de 360 kilómetros que lo une con Cartagena. La refinería y los kilómetros de tubería, con sus estaciones de bombeo, complementos, seguridades y mantenimiento, representaron una inversión de miles y miles de millones, que, divididos por dos millones escasos de habitantes, sale una cifra por barba que, por años y lustros que transcurran, jamás será similar en Cataluña.
La riqueza de Cataluña no es de los catalanes, es de todos. Esta frase es obra del presidente de una Comunidad Autónoma que, pese a tener una baja densidad de población, 27 habitantes por km2, tiene todas sus capitales: Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Albacete i Guadalajara unidas per el tren de alta velocidad. Un lujo al alcance de pocas comunidades. Ya el año 2011, Renfe se vio obligada a eliminar el ave entre Toledo, Cuenca y Albacete por la “demanda insuficiente”.
La riqueza de Cataluña no es de los catalanes, es de todos. Esta frase es obra del presidente de una comunidad que suele ser de las más beneficiadas en el reparto de inversiones ejecutadas. En el período 2015-2021, el estado ejecutó el 93,1% de las inversiones, cuyo resultado representa una cantidad de 216,7 euros por habitante. Mientras en el mismo período, en Cataluña, sólo se ejecutó el 59,7%, que representan 104 euros por habitante, menos de la mitad.
La riqueza de Cataluña no es de los catalanes, es de todos. Esta frase la ha soltado un dirigente político que, incapaz de mejorar las condiciones de vida de su comunidad, opta como siempre, i aplicando la ley del mínimo esfuerzo, por seguir viviendo a costa de los demás. Este es su singular i egoísta concepto de lo que significa la solidaridad.
Octubre de 2024